El paso siguiente

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El paso siguiente

Por Luis Wertman Zaslav

Winston Churchill escribió que “el éxito no es definitivo; el fracaso no es fatal. Lo que cuenta es el valor para seguir adelante”.  Nuestro progreso está basado en la voluntad que desarrollamos para lograr las condiciones de vida que consideramos importantes para nuestra existencia, y la de quienes nos importa; así como del compromiso que dedicamos a conseguir esos benefactores.

Ningún proceso vital está exento de complicaciones, como tampoco está ausente de buenos periodos. Quienes piensen que estamos en una llanura en la que todo el camino es plano se equivocan, igual que aquellos que podrían sentir por momentos que esto es una montaña rusa.

La realidad es que vivimos un cambio de época, que muchos deseábamos, pocos anticipaban, y otros pensaban que no era posible. Con sus bondades y con sus desafíos, ya estamos en este y como ciudadanos activos nos corresponde aprovecharlo, adaptarnos a varias de sus nuevas condiciones y construir una sociedad inteligente que esté a la altura de esta nueva etapa en nuestra historia nacional.

Gozamos de un país único, no exento de una desigualdad que debemos reducir entre todas y todos, para que la mayoría pueda beneficiarse de esas oportunidades y de esas condiciones que por mucho tiempo se les negaron. Queda claro que el reto hacia delante es compartir la prosperidad que, espero, provoquen los acontecimientos económicos que ya ocurren en México por su posición estratégica en el reordenamiento del comercio mundial.

Sin embargo, no solo es tema financiero (error que se cometió en el pasado al reducir casi todo a indicadores que hablaban poco, y le hablaban menos, a la mayoría de los mexicanos), sino de consolidar a una sociedad que anteponga el bien común al beneficio personal, sobre todo aquel que se intenta obtener a toda costa.

Creo que una nueva moralidad es posible en la mayor parte de la sociedad mexicana y no es difícil contagiarla porque los valores y los principios ha seguido ahí, entre nosotros y en nuestras familias, para que surjan otra vez con fuerza. No podemos negar que hemos cambiado en los últimos años, varios que no han sido fáciles por la pandemia y por la constante tarea de pacificar muchas regiones de nuestro territorio, y que esas modificaciones le han abierto paso a mejores hábitos civiles y a comportamientos ciudadanos que habíamos hecho a un lado.

Es evidente que nos falta un trecho importante para vivir en esas condiciones que tanto hemos exigido, pero estamos en la dirección adecuada para continuar, haciendo ajustes y corrigiendo cosas, para establecer un tejido social fuerte y comunidades enfocadas en apoyarse constantemente.

Sigo convencido de que la mayoría de nosotros comprendemos que tenemos más coincidencias que diferencias. Y que somos lo suficientemente capaces para encontrar los acuerdos mínimos necesarios para avanzar, todavía más rápido, en la siguiente etapa histórica que se avecina. Cada uno tenemos un papel y una aportación que hacer como ciudadanos, no renunciemos a ellos por desinformación, miedo o ignorancia.

Ninguna institución podrá resolver los problemas que siguen pendientes por sí sola; de la misma forma en que nosotros no podremos hacerlo sin las instituciones que hemos creado para organizarnos socialmente. Es un ejercicio de corresponsabilidad en el que cada parte hace lo que le toca, con la mira bien puesta en el bien común. En un camino que se recorre codo a codo, sin distracciones, pero con la meta de consolidar una, todavía esquiva, igualdad entre la mayoría de la población.

Como la victoria no es permanente, una sociedad con acuerdos mínimos para progresar, debe trabajar constantemente con sus autoridades para generar confianza en las medidas que se tomen y equidad en su aplicación. Habrá errores, eso es inevitable, pero tampoco serán determinantes si, juntos, los corregimos. Lo que sí no puede perderse son la voluntad, el compromiso y el valor para continuar persiguiendo un modelo social en el que las oportunidades estén al alcance de todos los que las busquen y las políticas públicas estén enfocadas en la prosperidad general, con paz y tranquilidad en cada rincón.

Estos objetivos deberán ser la brújula que nos oriente en los próximos años. Es el paso siguiente. Y de este depende la sociedad y el país que buscamos y podemos construir en una nueva etapa.

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