Shivión Erej Adam: la igualdad del valor humano

Shivión Erej Adam: la igualdad del valor humano

Shivión Erej Adam: la igualdad del valor humano

Por Allison Luna

Es un hecho que somos diferentes en cada aspecto de nuestra vida; no nos comportamos de la misma forma con nuestra familia que con nuestros amigos, o con nuestra pareja, o con nuestros compañeros del trabajo. Sin embargo, no podemos tener buenas relaciones con los demás si no comenzamos a tratarnos bien a nosotros mismos. Creando una visión individual, logramos tener una relación activa con el medio que nos rodea. Es importante entonces detenernos a mirar cómo estamos llevando nuestro crecimiento personal a un mayor nivel, lo que permite una mejora en las áreas de nuestra vida: familia, amigos, pareja, compañeros y hasta con meros desconocidos.

 

Al analizar la realidad, muchos de nosotros nos damos cuenta de que hemos cedido parte de nuestra individualidad ante lo que sucede a nuestro alrededor, así como ante aquellos que nos rodean. Pero a veces es bueno dedicar un fragmento de nuestra pesada rutina a la educación personal y al desarrollo integral de nosotros mismos, aunque tal vez suene un tanto egoísta cuando se piensa en todo lo que esto implica.

 

“Conocerse a uno mismo es la tarea más difícil porque pone en juego directamente nuestra racionalidad, pero también nuestros miedos y pasiones. Si uno consigue conocerse a sí mismo, sabrá comprender a los demás y la realidad que lo rodea.” 

— Alejandro Magno

 

Una de las filosofías más importantes en mi educación fue la educación basada en los valores; una ideología que fomenta la colectividad sin perder la individualidad: Shivión Erej Adam.

 

Este es un concepto que hace referencia a la igualdad del valor de los seres humanos, donde cada uno de nosotros es significativo, único e irrepetible, y esto ayuda a que el colectivo tenga un lazo enorme. Esta unión es lo que promovemos como comunidad, donde cada uno pone su granito de arena, buscando ser mejores cada día y así poder ayudar al resto.

 

Posicionarnos a nosotros mismos como el centro de nuestro propio proceso de aprendizaje y desarrollo nos ayuda a ser más conscientes de nuestras necesidades, aspiraciones, deseos e intereses, y también de nuestros errores, nuestras fallas y limitaciones. Por ello se dice que hay un ciclo entre tres conceptos: saber, pensar y hacer. Al crear conciencia de todo esto creamos con mayor facilidad nuestra ideología individual que orienta nuestras acciones.

 

Al ser seres sociales, la renovación constante es esencial, de esta manera encontramos cosas que nos ayuden a ser mejores seres humanos y así lograr relaciones sanas y asertivas con nuestro prójimo. Abordando temas como crecimiento personal, meditaciones, propósitos, objetivos y comunicación asertiva, podemos generar una intención de trabajar en sí mismo y así ayudar a otro (dentro de lo que esté en nuestras posibilidades). 

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